jueves

Ir, venir, yendo, volviendo...








Preciosa imagen de Yakari (Entre dos mares...)








Vamos y venimos, es como una fiebre que nos impulsa a ir a todos lados, conocerlo todo, verlo todo. Esa fiebre nos hace correr tanto que no nos deja ver. En estos tiempos cada uno ha tenido la oportunidad de darse cuenta de cosas en las que no reparaba debido a la prisa, algunos desde su propia casa y otros desde el lugar donde estaban cuando tuvieron que parar.
 
Cuando nos vamos de un lugar donde hemos estado de verdad dejamos algo de nosotros mismos en el sitio en que estábamos al salir, más aunque nos hayamos ido, al volver estará allí esperándonos.

martes

Covid-19 - Culebrón


Necesito comprobar si alguien lee en este blog. Creo que se ha perdido el enlace y ya no está en las listas que lo promocionan. La reaalidad es que no estoy segura, por eso agradecería que si alguien entra, tanto si lee como si no, deje un pequeño comentario para poder asegurarme de que merece la pena escribir y publicar pequeños articulos en él. Gracias de antemano y cuidaros mucho.












Cinco minutos antes de las ocho, la vecina que vive enfrente, una señora madurita y de buen ver, a la que suelo encontrar en la panadería, coloca una hoja grande en el cristal de su ventana, tal vez lo pegue con cello, no sé y espera a la hora de aplaudir. Después, mirando a mi casa, saluda y se va como si le apenara dejar la ventana vacía, no sin antes recoger su papel y bajar un poco la persiana. Lo hace todas las tardes a esa hora y a mí me ha picado la curiosidad. Así que, con un poco de vergüenza y un mucho de cotilla, he mirado con mis prismáticos a ver si era capaz de leer lo que ponía en ese cartel. Después de luchar contra el desenfoque y la poca precisión he podido leer borrosamente: Hoy a las siete, tomamos una cerveza OK?

Mírala! Otros a los que les da lo mismo salir que no salir. Cuando pase lo peor, si pasa, dirán que la culpa es del gobierno. Pero los bares están cerrados, a dónde irán y como suele sucederme, me he montado una novela haciendo conjeturas. A la casa de ella, o a la de él. Depende, será en la del que no tenga compromisos. Eso es pasión, ni una pandemia los detiene...

A las siete me he asomado a la ventana. Ya no me acordaba de mi vecina, pero allí estaba sentada en su terracita tomando una cerveza y mirando su Tablet. Se reía y levantaba los brazos divertida. A veces miraba hacia mi casa y saludaba a alguien, a mí no desde luego. Y volví a la novela. Estaría hablando en vídeo conferencia con alguien, quizá alguien que vive a este lado de la calle, han salido a tomar algo de la manera correcta. Quién será él? me he preguntado. Y por qué tiene que ser él? puede ser ella. Uys! la novela se pone bien. 

Y ya está, porque después de aplaudir una vez más me he dicho: déjalo, no es asunto tuyo.
Si seguimos aplaudiendo mucho tiempo más acabaré escribiendo un culebrón.



Un día de pandemia

Necesito comprobar si alguien lee en este blog. Creo que se ha perdido el enlace y ya no está en las listas que lo promocionan. La reaalidad es que no estoy segura, por eso agradecería que si alguien entra, tanto si lee como si no, deje un pequeño comentario para poder asegurarme de que merece la pena escribir y publicar pequeños articulos en él. Gracias de antemano y cuidaros mucho.



 





Los vecinos de mi entorno, incluida yo, nos asomamos a la mañana a las ventanas y miramos primero al cielo, a ver qué día hace y luego a la calle. Hoy le he escuchado al hijo de uno de los vecinos decir:
—La calle totalmente vacía, no se ve ni a Dios !!!

Y ya me he puesto a pensar: mientras desayunaba, mientras hacía la cama y mirando de nuevo a la calle, que sigue vacía, ni un alma con perro o con bolsas de la compra. Nadie.

Me preguntaba dónde estará Dios. Quizá sentado en una silla en el salón de su casa, o sea el cielo, mirándonos asombrado. Debemos ser un espectáculo entretenido aunque a Él, a fuerza de repetir las mismas cosas una y otra vez, ya nada le sorprenderá, supongo. 

Como lo sabe todo, también sabrá que los hay que le echan la culpa de lo que está pasando, bueno estos serán pocos, pero muchos que dicen ser sabios y que han estudiado la leche, dicen que lo que pasa es por un bicho que no se sabe de dónde viene y por lo tanto debe ser tuyo, o sea que lo has puesto tú en este mundo que tu creaste con o sin explosión, que eso es lo de menos. Así que, como pasa con la oposición y el gobierno, la culpa es de otro, ya sabes. El caso es no pensar y reconocer que somos la peor plaga que habita en la Tierra y que cualquier cosa que pase aquí es responsabilidad nuestra, de cada uno de nosotros. Como somos borricos y cobardes, jamás lo reconoceremos y te echaremos la culpa a ti que no te fijas y así no puedes ayudarnos o quizá es que no quieras, que también podría ser y no me extrañaría nada.

Y ya está. ¿Puede considerarse esto una oración? ¡Atiza! no lo había pensado. Pues a lo mejor y mira que tendría gracia porque yo contigo tengo esa clase de relación de las margaritas con los enamorados: ¿Me quiere, no me quiere? ya sé que me quieres, pero mi pregunta no es esa, la mía es más complicada ¿Estás ahí o no estás?









lunes

Sueños




















Esta noche he soñado que te habías ido de viaje. Debía de ser uno de los muchos que hacías por razón de tu trabajo. Estaba tomando un café con mi madre y le comentaba lo raro que era que no hubieras llamado por teléfono para preguntar qué tal estábamos y charlar un poco tú y yo, como hacías siempre. Ni por un instante he pensado que te habías ido y no volverías. Al despertar he recordado que así era: no volverás. Mamá tampoco.



Rosg 2019




Aquellos veranos




(Cartas a Julián)












Nunca era tan pronto como nos habíamos propuesto la noche anterior, sentados en el balcón fumando el último cigarro del día y tomando un gin tonic bien frío con su corteza de limón y sin agitarlo demasiado. ¿Recuerdas? por aquellos días aún fumábamos y bebíamos algún trago largo mirando el cielo estrellado. En verano, siempre en verano. Íbamos a madrugar y bajaríamos a la playa los primeros. Pero ¿Quién quería levantarse pronto en pleno agosto con lo bien que se estaba en la cama? Los niños no, desde luego y tú tampoco, así que la que lo hacía era yo. 

Aún así, al llegar, siempre se nos había adelantado Teresa. Allí estaba tomando el sol de la mañana con los tres niños en bañador, jugando a hacer castillos. ¿Cómo lo hacía? era para nosotros un misterio. Para consolarnos decíamos que algo habría dejado sin hacer. Yo también, pero ella había llegado primero. La verdad es que daba lo mismo, solo era un reto, una especie de baño de amor propio.

Todavía puedo oler el salitre, el aroma lo traían las olas cada vez que rompían en la orilla (nos gustaba sentarnos al borde mismo de la arena y el mar). Ahora, hace tiempo ya, el mar no huele a mar, huele a cremas anti solares y a humanidad. Disponíamos nuestras tumbonas bajo la sombrilla, dábamos crema a los niños, que se iban rápidos a jugar con los demás, y luego nosotras charlábamos y vosotros paseabais por la orilla. De vez en cuando vuestras cabezas giraban de un lado a otro, según por el lado que viniera la sirena de turno. Todos se hacían los distraídos, todos miraban y a saber qué pensarían. Tú también. Luego yo me hacía la celosa, porque sabía que eso te gustaba.

Durante todo el verano ¿recuerdas? íbamos y veníamos por los mismos lugares, con los niños, los amigos y los niños de los amigos. Tampoco era nada especial pero siempre teníamos algún plan en la cabeza para que los niños disfrutaran y nosotros también. No sé si nos dábamos cuenta, entonces, de la suerte que teníamos y de lo felices que éramos. Luego, más tarde recordábamos las noches de juerga, cuando los niños dormían; las fiestas de disfraces, los concursos gastronómicos, la cena de veraneantes. Y entonces volvíamos a disfrutar con los recuerdos.
  



Rosg.2019

sábado

Khalil Gibran














"Dicen que antes de entrar en el mar, el río tiembla de miedo. Mira para atrás todo el camino recorrido, las cumbres, las montañas, el largo y sinuoso camino abierto a través de selvas y poblados, y ve frente de sí un océano tan grande, que entrar en él solo puede significar desaparecer para siempre. Pero no hay otra manera, el río no puede volver. Nadie puede volver. Volver atrás es imposible en la existencia. El río necesita aceptar su naturaleza y entrar en el océano. Solamente entrando en el océano se diluirá el miedo, porque solo entonces sabrá el río que no se trata de desaparecer en el océano, sino de convertirse en océano.”

Khalil Gibran