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Pequeñas Historias - 


Imagen de la Red, desconozco su autor


Blog de poesía, microrrelatos y relatos (presentados casi todos en los concursos y talleres de la página literaría Bubok y otras).

I

Fue en el tiempo del árbol muerto,
De la mañana de los limones verdes
Cuando la noche lloraba sola.
Entonces el aire se llenó de tu aroma
Y las luces dibujaron sombras
Y yo, yo volví por fin a la vida.

Duró el tiempo justo, el necesario,
Llegó la plenitud contigo,
Llenamos nuestra vida de ternura.
Y en el instante justo en que te fuiste
Yo volví apenas la mirada
Para verte partir con mi corazón en el tuyo
©Rosa García.

Una larga conversación

La sala estaba en penumbra. A través de la ventana, la luz de las farolas de la calle alumbraba apenas a Teresa,  que miraba sin ver. Hacía calor en la habitación,  a pesar de ello se abrazaba a sí misma sin saber muy bien si lo que sentía era frío, pena o miedo. Puede que las tres cosas. Puede que pena.

Faltaban cuatro días para Navidad. Por estas fechas siempre le asaltaban sentimientos y pensamientos especiales. Era algo que le sucedía desde su infancia.

Volvía a recordar la casa de sus padres, los muebles oscuros y pesados, sus hermanos y su madre, afanosa preparándolo todo hasta dejar la mesa puesta. Aquella mesa extraña que se abría y cerraba según las circunstancias. Si su padre se encontraba bien, el comedor refulgía con la vajilla y la cristalería que se guardaban para las ocasiones. En la lámpara central brillaban los cristalitos de colores como el arco iris. Eso pasaba cuando se encontraba bien. Si volvía a quedarse en la cama, la mesa con alas pasaba al dormitorio, se desplegaba junto al lecho y la madre luchaba para que por lo menos los niños estuvieran felices.

Entonces no había alegría.  Trataban de que las cosas fueran como siempre, pero, aunque Teresa era aún pequeña, no se le escapaba que ellos dos hacían un gran esfuerzo para que todo pareciera normal, cuando no lo era.  No había villancicos, ni brindis, ni risas. Su padre no probaba nada, solo les observaba con aquellos enormes ojos y ellos le miraban a él asombrados de lo fácil que cambiaba de aspecto, con aquella cara demacrada y triste, con la cabeza apoyada en las blancas almohadas.

Después fue la tristeza de su pérdida, el agotamiento de su madre tras aquella enfermedad terrible. Más tarde volvió la alegría, que siempre se veía interrumpida por el recuerdo del ausente.
Continua ...




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