El perro se me queda mirando con la
cabeza alzada. Sus ojos están fijos en los míos y me estudia, yo también trato
de averiguar si va a ser mi amigo o tengo que asustarle a él más de lo que me
asuste él a mí, o si tengo que salir corriendo. Es un perro de raza "perriplás" cabeza por
delante y cola por detrás.
No me va a asustar, ¡ni hablar! con mis ojos clavados en los suyos sigo por el camino. Seguro que se pregunta quién será esa mujer que se atreve a provocarle. Yo solo quiero seguir mi camino, porque me estoy quedando fría y no tengo mucho tiempo.
- Vamos perrito, mira que ojos tan preciosos tienes, y que cola más larga, muévela para mí. ¿Sabes que tengo una perrita que seguro que iba a gustarte?
Se lo digo dulcemente. Estoy loca, sobre todo porque me he acercado a él y me ha gruñido. No quiero que huela mi miedo. Por eso le canto: - Caminaba, caminaba por el bosque...
Definitivamente debe pensar que estoy chalada, porque levanta la cola y empieza a peinar el aire con ella, a la vez que da dos pasos hacia mí. No estoy muy segura, pero alargo la mano y le arrasco la cabeza y cuando veo que le gusta lo hago bajo las orejas. ¡Uff! parece que me admite. Hago todo esto sin pararme ni un minuto, él se sitúa a mi lado y me acompaña.
-¡Quieto! -le digo- vuelve a tu casa.
A ver si va a pensar ahora que me lo llevo a vivir conmigo. Nos miramos por última vez. Tiene unos ojos puros, inteligentes y dóciles. Nos despedimos, él vuelve sobre sus pasos, de vez en cuando se gira a mirarme y yo sigo caminando deprisa.
No me va a asustar, ¡ni hablar! con mis ojos clavados en los suyos sigo por el camino. Seguro que se pregunta quién será esa mujer que se atreve a provocarle. Yo solo quiero seguir mi camino, porque me estoy quedando fría y no tengo mucho tiempo.
- Vamos perrito, mira que ojos tan preciosos tienes, y que cola más larga, muévela para mí. ¿Sabes que tengo una perrita que seguro que iba a gustarte?
Se lo digo dulcemente. Estoy loca, sobre todo porque me he acercado a él y me ha gruñido. No quiero que huela mi miedo. Por eso le canto: - Caminaba, caminaba por el bosque...
Definitivamente debe pensar que estoy chalada, porque levanta la cola y empieza a peinar el aire con ella, a la vez que da dos pasos hacia mí. No estoy muy segura, pero alargo la mano y le arrasco la cabeza y cuando veo que le gusta lo hago bajo las orejas. ¡Uff! parece que me admite. Hago todo esto sin pararme ni un minuto, él se sitúa a mi lado y me acompaña.
-¡Quieto! -le digo- vuelve a tu casa.
A ver si va a pensar ahora que me lo llevo a vivir conmigo. Nos miramos por última vez. Tiene unos ojos puros, inteligentes y dóciles. Nos despedimos, él vuelve sobre sus pasos, de vez en cuando se gira a mirarme y yo sigo caminando deprisa.
1 comentario:
Qué bonito, yo hubiera querido adoptaron pero admito que no lo habría hecho, y se volteó a mirarla! Pobre Perriop...saludos!
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