| De la Red |
Lleno de delicadeza y ternura
No el azar, no los dedos:
la rotación del mundo moldea las vasijas.
Con su temor de araña se acerca el universo
a tramar ventanales, los rincones
donde envejece la mirada
buscando Urano, Altair, la yedra
de un cometa enzarzándose en los pies
de quienes sueñan bóvedas.
La chimenea duerme como animal saciado,
y al abrirse la puerta permanece amparada
nuestra forma dañada en los caminos.
Abajo, el tren alumbra la llanura,
acopia sus regiones en un túnel,
y las luces del último furgón,
ese que arremolina un yo de ortigas,
son las de Urano y Altaír, la estela
consumida en un rostro
que da por terminado el infinito.
Juan Francisco Sanchez Cañizares
la rotación del mundo moldea las vasijas.
Con su temor de araña se acerca el universo
a tramar ventanales, los rincones
donde envejece la mirada
buscando Urano, Altair, la yedra
de un cometa enzarzándose en los pies
de quienes sueñan bóvedas.
La chimenea duerme como animal saciado,
y al abrirse la puerta permanece amparada
nuestra forma dañada en los caminos.
Abajo, el tren alumbra la llanura,
acopia sus regiones en un túnel,
y las luces del último furgón,
ese que arremolina un yo de ortigas,
son las de Urano y Altaír, la estela
consumida en un rostro
que da por terminado el infinito.
Juan Francisco Sanchez Cañizares
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