De la Red |
Dejó
atrás los verdes montes, los pinos viejos y todo lo que había rodeado su vida
hasta entonces. Conducir sin prisa y sin preocupación le proporcionaba una
sensación agradable de libertad. Buscó en la radio del coche una emisora donde
solo sonara música y cuando vio que alguna canción le era familiar se puso a
cantar a plena voz, como si quisiera acallar con sus gritos los pensamientos
que le embargaban.
Llevaba conduciendo varias horas cuando, a lo lejos, sobre una ligera
colina vio un grupo de casas de paredes de piedra, rodeadas de algunos huertos
y de pequeños graneros. Para llegar a él, un camino estrecho serpenteaba entre
los pastos y desembocaba en la carretera principal. Era mediodía y el sol daba
de lleno en las paredes de piedra, encaladas de blanco. Tenía hambre y ganas de
descansar un poco, así que marcó con el intermitente que iba a girar y circuló
por el camino de baches y polvo. A medida que se acercaba, Pablo pudo ver de
cerca el pueblo y darse cuenta de que parecía desierto. Los edificios estaban
cuidados, pero las ventanas permanecían cubiertas por persianas o
contraventanas, cerradas a cal y canto. Pensó en dar la vuelta. Allí parecía
que no había nadie. Pero la estrecha carretera no le permitía hacer el giro sin
meterse en los campos, separados de la misma por una profunda cuneta de la que
le costaría mucho salir si se atascaban las ruedas.
Dos
calles y una pequeña plaza en la que se situaban la Iglesia, con un campanario
espigado con dos campanas minúsculas y un edificio blanco de una sola planta,
con un parquecito alrededor que podría ser una escuela. Varios árboles daban
sombra a dos o tres bancos, en una esquina, cerca de una preciosa fuente
metálica con una cara de león, de cuya boca brotaba el agua constantemente.
Justo en ese momento, una mujer de edad incierta, abría la puerta de la casa
más grande de las que miraban a la plaza. Pablo aparcó el coche donde quiso,
allí no parecía haber problemas para hacerlo y se acercó rápidamente a la
señora, antes de que desapareciera dentro.
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