Sentada en la butaca de una terraza mirando
al mar, pensaba en cuánto han cambiado los veranos y las vacaciones. Hoy han
llegado al pueblo cientos de personas ilusionadas por el mes que tienen por
delante, por las expectativas sobre lo que harán en estos días dedicados a no
hacer nada.
Eran días muy cansados, había que preparar la
comida pronto, para evitar el calor de la cocina a mediodía, luego vestir a los
niños y una misma para bajar a la playa, la bolsa con bañadores de repuesto,
toallas, cremas y manzanas para que tomaran algo a media mañana, agua, pañuelos,
gorros para el sol y una silla para sentarse en alto y poder vigilarlos cuando
se acercaban a la orilla. Y lo mismo por la tarde, o para variar, pasarla en el
pinar charlando con las amigas y vigilando las travesuras de los niños. Nos
daba la risa cuando alguien nos echaba en cara que estábamos siempre de
vacaciones
Agosto era otra cosa, en realidad era lo
mismo pero estaba él y podías compartir las tareas, principalmente agradecías
que se llevara a los niños a la playa y aprovechabas el quedarte sola en casa para
hacer las cosas despacio y dedicarte un poco a tu persona, que te habían
crecido las uñas y ni tiempo para limarlas habías tenido. También estaban los
días de comida en la cervecera, pollo asado, ensalada, croquetas y helados, los
niños correteando por el tinglado y los dos charlando tranquilamente.
Si tenías suerte venía una de las abuelas a
pasar unos días a casa y entonces te podías permitir el lujo de salir a cenar y
tomar una copa y bailar. Al volver a casa, el último cigarrillo sentados en el
pretil del paseo marítimo mirando la negrura del mar y el reflejo de las luces
del pueblo en las aguas tranquilas, con la brisa en el pelo y como los críos, riendo
de picardías que nos alegraban el momento.
A veces una de las abuelas se ofrecía
voluntaria, se quedaba con los niños y aprovechábamos para hacer algún viaje
los dos solos. Debió de suceder muchas veces, porque ahora me doy cuenta de que
recuerdo muchos lugares que conocí en aquellos tiempos, algunos que más tarde repetimos para conocerlos mejor.
Los veranos han cambiado, es cierto, pero
creo que, fundamentalmente la que más ha cambiado he sido yo.
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