Necesito comprobar si alguien lee en este blog. Creo que se ha perdido el enlace y ya no está en las listas que lo promocionan. La reaalidad es que no estoy segura, por eso agradecería que si alguien entra, tanto si lee como si no, deje un pequeño comentario para poder asegurarme de que merece la pena escribir y publicar pequeños articulos en él. Gracias de antemano y cuidaros mucho.
Cinco minutos antes de las ocho, la vecina
que vive enfrente, una señora madurita y de buen ver, a la que suelo encontrar en
la panadería, coloca una hoja grande en el cristal de su ventana, tal vez lo
pegue con cello, no sé y espera a la hora de aplaudir. Después, mirando a mi
casa, saluda y se va como si le apenara dejar la ventana vacía, no sin antes
recoger su papel y bajar un poco la persiana. Lo hace todas las tardes a esa
hora y a mí me ha picado la curiosidad. Así que, con un poco de vergüenza y un
mucho de cotilla, he mirado con mis prismáticos a ver si era capaz de leer lo
que ponía en ese cartel. Después de luchar contra el desenfoque y la poca
precisión he podido leer borrosamente: Hoy a las siete, tomamos una cerveza OK?
Mírala! Otros a los que les da lo mismo salir
que no salir. Cuando pase lo peor, si pasa, dirán que la culpa es del gobierno.
Pero los bares están cerrados, a dónde irán y como suele sucederme, me he
montado una novela haciendo conjeturas. A la casa de ella, o a la de él.
Depende, será en la del que no tenga compromisos. Eso es pasión, ni una
pandemia los detiene...
A las siete me he asomado a la ventana. Ya no
me acordaba de mi vecina, pero allí estaba sentada en su terracita tomando una
cerveza y mirando su Tablet. Se reía y levantaba los brazos divertida. A veces
miraba hacia mi casa y saludaba a alguien, a mí no desde luego. Y volví a la
novela. Estaría hablando en vídeo conferencia con alguien, quizá alguien que
vive a este lado de la calle, han salido a tomar algo de la manera correcta.
Quién será él? me he preguntado. Y por qué tiene que ser él? puede ser ella.
Uys! la novela se pone bien.
Y ya está, porque después de aplaudir una vez
más me he dicho: déjalo, no es asunto tuyo.
Si seguimos aplaudiendo mucho tiempo más
acabaré escribiendo un culebrón.
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